La palabra víctima y victimización pueden ser fuertes en un primer momento, pues nos lleva a la imagen de alguien que sufre producto del poder maligno que otro u otros ejercen.
Dejar la victimización es una camino posible, y aunque frecuentemente alegamos a nuestro favor que hay factores externos que no podemos manejar o personas que no podemos cambiar, es tan cierto también que podemos decidir primero sobre la forma en que vivimos las experiencias con esos factores externos, y segundo, sobre las acciones que podemos tomar para cambiar nosotras y como consecuencia, la relación que establecemos con esas situaciones o personas.
Muchas veces estamos en una condición como ésta “Me gustaría (decidir) tal cosa, pero no puedo, porque si lo hago entonces (diversas consecuencias)”. Dentro de estas consecuencias no deseadas podrían estar situaciones concretas como perder tu trabajo, llevar a la quiebra tu negocio o alguna otras en la que se ven involucrados terceros: alguien podría salir dañado, podrías perder la aprobación de quienes te aman, acabarías con una imagen de ti misma a la que tú y tu entorno se ha acostumbrado, etc.
Vamos a analizar una de estas situaciones y desde que mirada sería posible salir de la postura de víctima:
Cuando sientes que tu decisiones podrían dañar a alguien: A veces nos sentimos victimas de las circunstancias, porque sabiendo lo que queremos o tendríamos que hacer, nos vemos paralizadas por el temor de dañar a alguien.
Voy a plantear un ejemplo que alguna vez surgió en uno de nuestros talleres, cuando una mujer nos compartió lo difícil que fue para ella decidir hacer un viaje a pesar de la culpa que sentía por dejar a su hija.
Ella podría haber actuado desde su rol de víctima y haber desistido de hacer ese viaje que era importante en su vida por no saber cómo lidiar con los sentimiento de culpa, por no confiar en los cuidados que el padre le daría, o por no ser capaz de enfrentar lo que su familia opinaba de que se ausentara por un mes o más del cuidado de sus hijos.
Un discurso victimizante sería: “me habría encantado hacer ese viaje pero no pude porque tengo una hija que cuidar”.
Este discurso es fácil de comprender desde nuestra lógica tradicional que dice que las mujeres deben ser primero madres y después mujeres. Sin embargo, es necesario una decisión empoderada para salir de eta dinámica tan dañina.
Lo primero es entender, que hacer el viaje no es la única opción para dejar de victimizarnos, porque incluso podrías hacer ese viaje y ser una víctima durante todo el tiempo que dure, sin disfrutar de él, validando inconscientemente que era un error realizarlo.
Si decides realizar el viaje desde la responsabilidad y no desde la víctima, entonces serás capaz de disfrutarlo y de enfrentar las consecuencia que este viaje tenga, realizar las adaptaciones necesarias para que sea una decisión armónica, podrás explicarle a tu hija lo importante que es para ti hacerlo, te atreverás a pedir ayuda, etc.
– Si sientes que esto no es posible, y decides actuar desde esta incoherencia original, es decir, sentir y pensar de una manera y actuar de otra, entonces la coherencia llegará si aceptas que es tu decisión, por ejemplo quedarte a cuidar de tu hija porque en este momento pueda ser prioridad para ti, pero desde un sentido profundo de responsabilidad de tu decisión, entendiendo que sí tenías otro camino igualmente válido pero pudiste optar.
Puedes estar pensando, parece fácil pero no lo es, y tienes razón, tal vez no lo sea, porque probablemente es más fácil seguir volcando nuestro disgusto en otros en lugar de hacernos cargo de lo que nos pasa. Cuando le pones real intención no te centras en si es fácil o no, las ganas de descubrirte y aprender de ti misma son el impulso que pueden hacer de esto un juego que te mantiene motivada para los siguientes niveles, porque siempre habrá una nueva versión del juego.
Autor: Gema Alvarez
Hola Gema: muy bueno el artículo. Desde mi experiencia como terapeuta, el vivir desde la víctima y no desde ser protagonista, en las opciones que nos presenta la vida, es el mayor factor de incoherencia e insatisfacción personal. A la corta o a la larga esto puede llevar a la persona a tener baja autoestima, resentimientos, “accidentes”, enfermedades físicas o psicológicas, otros. Es todo un desafío, ser coherente consigo mismo, lograr tener la habilidad para responder a los desafíos de la vida
Gracias Jacqueline, efectivamente es un gran desafío pero es mayor la satisfacción de tomarlo. Un abrazo y a seguir viviendo en coherencia!
Me encantó y soy responsable dejé de ser víctima
Buenísimo! 😘
Muy buen artículo Gema, ayuda a meditar sobre uno mismo y de esta manera podemos empezar a cambiar nuestro switch.
Muchas gracias.
Abrazooos Gemita
Me crie en un entorno que la mujer no debe opinar y no causar problemas… Ademas mi hija mayor me critica y me utiliza sacandome en cara cuando puede que su abuela paterna es mejor madre (ella la cuido e influyo en mi en su cuidado) me arrepiento no ser mas valiente y decir lo que quiero y pero no puedo.
Es dificil muy dificil