En occidente, hemos vivido desconectadas de nuestra corporalidad y emociones, pero muy conectadas con el mundo de las ideas. Nuestra cultura ha valorado más la productividad proveniente del mundo exterior que la riqueza del mundo interior. Por ejemplo, cuando una mujer llora o grita, por lo general, es porque lo ha estado conteniendo por mucho tiempo. Ha creído que no puede expresar lo que siente porque se le tildará de “histérica”, “neurótica”, “loca” y que sus emociones solo se pueden vivir a solas. Así mismo su corporalidad ha quedado relegada a lo funcional, hemos creído que el cuerpo sólo nos contiene y que carece de mayor importancia; desconociendo que en él llevamos integrados nuestros recuerdos y experiencias, y que tiene la sabiduría que nos puede ayudar a tomar decisiones, in-corporar hábitos, generar aprendizajes, etc.
¿Alguna vez has pensado cómo se relacionan tu cuerpo con tus emociones y tu lenguaje? La relación que ocurre entre las distintas áreas de nuestro Ser no es algo de lo que nos demos cuenta cotidianamente. Es como cuando vamos a un museo sin saber de arte y no comprendemos mucho, pero cuando vamos acompañados de un experto, podemos distinguir las distintas, formas, colores, texturas, matices, expresiones, hasta las emociones que los artistas quisieron transmitir. Entonces el experto nos cuenta lo que sabe y comenzamos a ser más conscientes de lo que antes era invisible a nuestros ojos.
Personalmente, cuando comencé a descubrir la Ontología, mi mirada hacia la “coherencia de mi Ser” me permitió ser consciente de que tenía un cuerpo, emociones y lenguaje que danzan en una coherencia única para mi. Me di cuenta de que mi cuerpo siente, que puedo conectar con el mensaje que tiene para mí, que me habla constantemente, me cuida del exterior y también del interior. Es una parte de mi que quiero conocer más y cuidar. También conocí que todas mis emociones son legítimas y valiosas, cada una de ellas, y me traen un mensaje valiosísimo que necesito escuchar para vivir más plenamente. Por mucho tiempo no le di espacio a la tristeza, la rabia o el miedo; pero a través de la aceptación y validación de ellas logré escuchar qué me querían decir. Su mensaje era muy potente, mi cuerpo me lo mostraba con dolor, tensión o enfermedades pero yo no era capaz de recibir su mensaje, simplemente porque ignoraba completamente que existía ese mensaje. Por último, pero no menos importante, descubrí toda la riqueza que se encuentra en el lenguaje como generador de realidades y cómo este me abría y cerraba posibilidades según cómo lo interpretaba. Aprendí, por ejemplo, que los juicios (opiniones) de otros no son necesariamente verdad, que puedo tener relaciones más saludables entablando ciertas conversaciones, que puedo escuchar mejor a los demás cuando escucho desde mi Ser, y un largo listado de aprendizajes en distintas áreas.
¿Cómo podemos ser más conscientes de nuestro Ser?
Si haces el ejercicio de cerrar tus ojos y conectar con tu cuerpo, y no tienes práctica haciéndolo, te darás cuenta de que automáticamente tu mente comenzará a disparar ideas, a acordarse de una infinidad de temas que le incomodan, incluso tu cuerpo se resistirá a mantenerse con los ojos cerrados. Querrás hacer otra cosa, sentirás ganas de moverte, tocer, te picará la piel… uf! El cuerpo se resiste a “reconocerse” cuando no tenemos el hábito de “escucharlo”. Estando en este estado de “escucha” podemos tener una primera aproximación a lo que nos ocurre en nuestra corporalidad, emociones y lenguaje.
Te invito a que realices un ejercicio. Escúchate compasivamente desde lo que aparece en ti, es decir, sin juicios; esto es sólo para escucharte y conocerte mejor. No es un ejercicio para hacer cambios, sino para “escuchar” tu Ser y así poder conocerlo mejor. Abraza la curiosidad registrando en ti y luego escribiendo qué te ocurre cuando realizas algunas de estas actividades cotidianas, u otras: conversar, bailar, discutir, hacer ejercicio, leer, escuchar música, tener sexo, conducir tu auto, ir en el bus, cocinar, dar instrucciones, caminar en la naturaleza. Entonces:
- Decide qué actividad vas a realizar conscientemente.
- Lee las preguntas de más abajo.
- Ejecuta la actividad definida registrando en ti todo lo que vas percibiendo.
- Responde estas preguntas:
- ¿Qué sensaciones (temperatura, tensión, distensión, energía, incomodidad, placer, etc) percibes en tu cuerpo?
- ¿Qué emociones reconoces y cómo las sientes?
- ¿Qué te dices a ti misma o a otros? (preciso y conciso)
Es mi deseo que puedas experimentar un mayor estado de plenitud, conectando con tu Ser y si lo deseas, conectar con tu espiritualidad, vitalidad y con lo que te rodea. Somos seres maravillosos y tenemos un potencial tremendo para impactar positivamente nuestras vidas, entorno y el mundo entero.
Te invito a preguntarte, ¿qué pasaría si aprendieras a escuchar y validar la coherencia de tu Ser?
Autor: Karla Villalobos
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